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Editorial

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domingo, 7 de febrero de 2010

La Química del Amor


Por Alejandra C. L.

¡El amor, el amor! ¿Cuántas cosas no se han escrito acerca del amor? Poesía, canciones, relatos e innumerables pinturas que intentan describirnos las sensaciones placenteras que nos otorga el amor. Para algunos es algo parecido a una locura temporal donde por unos instantes no hay lugar al mal humor y a la tristeza.
¿Por qué nos enamoramos? ¿Cómo actúa el cerebro ante estas actitudes?
Primeramente, dentro de la psicología se dice que en los recuerdos infantiles (conscientes e inconscientes) se encuentra un mapa mental lleno de circuitos cerebrales que determinarán lo que hará enamorarnos de una persona y no de otra. El sexólogo John Money considera que los niños desarrollan esos mapas entre los 5 y 8 años de edad como resultado de asociaciones con miembros de su familia, con amigos, con experiencias y hechos fortuitos. Así pues antes de que el verdadero amor llame a nuestra puerta el sujeto ya ha elaborado los rasgos esenciales de la persona ideal a quien amar.

¿Y la llamada Química del amor?

Se dice que entre las reacciones emocionales hay electricidad (descargas neuronales) y hay química (hormonas y otras sustancias que participan). Ellas son las que hacen que una pasión amorosa descontrole nuestra vida y ellas son las que explican buena parte de los signos del enamoramiento.
Al encontrarnos frente a la persona deseada nuestro organismo entra entonces en ebullición. A través del sistema nervioso el hipotálamo envía mensajes a las diferentes glándulas del cuerpo ordenando a las glándulas suprarrenales que aumenten inmediatamente la producción de adrenalina y noradrenalina (neurotransmisores que comunican entre sí a las células nerviosas).
Sus efectos se hacen notar al instante:
• El corazón late más deprisa (130 pulsaciones por minuto).
• La presión arterial sistólica (lo que conocemos como máxima) sube.
• Se liberan grasas y azúcares para aumentar la capacidad muscular.
• Se generan más glóbulos rojos a fin de mejorar el transporte de oxígeno por la corriente sanguínea.

LA RESPUESTA DEL CEREBRO ANTE LOS ESTÍMULOS DEL ENAMORAMIENTO

Sin embargo, de acuerdo con nuevos estudios científicos, todas esas emociones son producidas por químicos en el cerebro que tienen una función específica para las especies mamíferas. Los investigadores piensan que el amor romántico se derivó de una de las tres redes cerebrales primarias que a su vez evolucionó para dirigir la reproducción mamífera. Es posible que la atracción sea una precursora mamífera del amor romántico, evolucionó para permitir que los individuos busquen pareja sin gastar energía y tiempo en el cortejo. Lo mismo ocurrió con el gusto por el sexo. La atracción es tan poderosa que es capaz de hacernos perder el control.
Para llegar a la madurez sexual aprendemos a desplegar signos que indican la calidad de los genes, la salud y la fertilidad, y a reconocerlos a los otros. El ser humano cuenta con sensores muy eficaces que nos ayudan a discernir quién es más compatible, aunque cuando uno menos se lo espera nos sentimos atraídos por alguien que se aleja de nuestro ideal.

Los mensajes olfativos

El cuerpo tiene sistemas de atracción como los mensajes olfativos, a los que los humanos les hemos quitado importancia quizá porque operan en niveles mucho más sutiles. Según Fisher, el olor del otro es lo que nos hace sentir química con esa persona. Si no nos gusta, hay escasas posibilidades de que la relación prospere.
La evolución nos ha dotado de mecanismos que nos hacen escoger a una persona cuyo aroma nos atrae, puesto que la fragancia corporal de una persona contiene mucha información sobre la calidad de sus genes y su sistema inmunitario. Por eso, una pareja potencial puede oler bien para una persona y mal para otra puesto que, a pesar de que las moléculas volátiles emanan del cuerpo son las mismas, el cerebro las analiza y selecciona las más compatible con nosotros. Se dice que si no se hace caso a nuestra nariz podemos acabar con alguien que no nos satisfaga sexualmente o incluso que se pueden tener hijos no sanos o carecer de ellos.

Las feromonas como mensajeros químicos.



Las feromonas llevan información sexual a las neuronas sensoras del órgano vomeronasal, situado entre la nariz y la boca y conectado con el cerebro. Este órgano, también llamado OVN está conectado por terminaciones nerviosas con el hipotálamo, encargado de controlar las emociones. Su función es única: captar las feromonas que emiten las personas que nos rodean, las cuales provocan en nosotros diferentes emociones y comportamientos.Se dice que al momento de ovular las mujeres desprenden feromonas que alertan a los hombres cercanos de que están preparadas para concebir; algunos experimentos han demostrado que en este momento del ciclo la mujer potencia su belleza.

Las señales del cerebro.

Cuando surge la primera etapa de enamoramiento, el organismo recibe una potente descarga de neurotransmisores y hormonas que nos hacen vivir un torbellino emocional. Pero ese “riesgo” químico no es eterno, de ahí que se suela decir que el amor dura solamente tres años. “Durante la primera etapa el cerebro comienza a segregar dopamina, un neurotransmisor relacionado con el placer. Pero el sistema, que tiende a conservar el equilibrio, se acostumbra” explica Mar Dierssen, neurobióloga del Centro de Regulación Genómica. “Pasado un tiempo, se genera tolerancia a la dopamina, por eso la sensación de estar flechados ya no se produce.”
En un estudio se descubrió que cuando las personas veían la imagen de la persona que amaban, dos áreas mostraban altos niveles de actividad además de un elevado contenido de dopamina: el caudate del núcleo derecho y el área ventral de dopamina.
El área ventral tegmental funciona como una refinería de dopamina que, entre muchas otras funciones, se encarga de regular el sistema de recompensa gracias al cual el individuo tiene una sensación placentera. En las personas que comienzan a salir juntas, el área ventral tegmental está muy activa.
"La dopamina es un químico cerebral que produce sentimientos de satisfacción y placer. Hemos observado que cuando existen niveles altos de esta sustancia también hay un aumento de la energía, la motivación para ganar cualquier recompensa y en el sentimiento de regocijo. También encontramos cambios en otros lugares del cerebro, incluyendo en una región que se activa sólo cuando la gente come chocolate", escribieron los expertos para la Sociedad de las Neurociencias quien publicó los resultados. “La Dopamina es mandada por esta pequeña área ventral a las regiones superiores, generando ansia, motivación y una conducta enfocada al objetivo y al extásis. También se produce la activación de otros neurotransmisores como la noradrenalina, que incrementa nuestra atención selectiva a las cosas nuevas y hace que nos fijemos en esa persona”, explica Diersen. Las señales de placer producidas se procesan en el núcleo acummbens, un grupo de neuronas del encéfalo que producen dos neurotransmisores más, la serotonina y la oxitocina, la llamada hormona del amor que se libera durante la interacción social y el sexo.
La serotonina es un transmisor químico esencial de las neuronas encefálicas llamadas triptaminérgicas o serotoninérgicas. Cuando los órganos de los sentidos reciben una señal física, como una caricia, un beso, una imagen visual o un mensaje olfativo o gustativo, este mensaje llega al hipotálamo, el cual se comunica con la hipófisis o puititaria, que a su vez libera serotonina que se encarga de conducir las instrucciones a las partes adecuadas para conducir a la excitación sexual.
Finalmente, las señales de amor terminan en el núcleo caudado derecho, un par de estructuras situadas a ambos lados del cerebro que tienen el tamaño de un camarón. Ahí se almacenan los patrones de conducta y hábitos. Ahí también reside el amor.

Curiosamente, los científicos encontraron además una diferencia notable entre las regiones que se activan en el cerebro femenino y las que se movilizan en el masculino.
"Las mujeres suelen usar las regiones del cerebro que tienen que ver con la estimulación de la recompensa, la atención y la emoción. El amor se presenta en las áreas de las emociones para la mujer pero no para el hombre. Descubrimos que la actividad del cerebro del hombre enamorado se centra en las áreas visuales y no en las emotivas, especialmente una región visual que está relacionada con la excitación sexual", expresó Fisher. "Mientras más enamorada y romántica decía sentirse la persona, más actividad medíamos en las áreas señaladas para cada género".

El circuito es perfecto, aseguran los investigadores, ya que dura lo suficiente como para que la pareja complete los deberes de padres que son específicos de nuestra especie. Por lo tanto, todos esos sentimientos, suspiros y estados de regocijo y felicidad, no son más que dosis elevadas de dopamina cumpliendo con una labor que aprendió a efectuar con millones y millones de años de experiencia.




La mayor parte de la atracción se basa en nuestras hormonas y en las reacciones del cerebro, de eso no hay duda, pues es él quien regula cada uno de nuestros sentimientos, especialmente en el hipotálamo. Seguramente ahora pensarán en decirle a aquella persona: "Te quiero con todo mi hipotálamo" en lugar de "Te quiero con todo mi corazón". Bueno... aún así, sabiendo esta información útil, creo que suena más bonito la segunda enunciación. Después de todo, el cerebro manda señales para que nuestro corazón se acelere de esa manera ¿No?

¡FELIZ DÍA DEL AMOR Y LA AMISTAD!

Referencias:
Cristina Sáez. ¿Cómo el cerebro responde a los estímulos Sexuales? Sexto Sentido en Muy Interesante. Año XXV, No. 11. Noviembre 2008
Glenys Álvarez. Retrato neurológico del cerebro enamorado en http://www.sindioses.org/noticias/El%20amor.html
Francisco Muñoz de la Peña Castrillo. La química del amor en http://centros5.pntic.mec.es/ies.victoria.kent/Rincon-C/Curiosid/Rc-51.htm

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