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Editorial

¡En este número!
Con motivo de la primavera, hemos decidido abordar artículos relacionados con la naturaleza, desde el comportamiento de la Tierra hasta las catástrofes causadas por la contaminación humana, así como algunas soluciones para evitar que el calentamiento global nos siga afectando. Pon tu granito de arena y colabora contestando la encuesta en nuestro enlace. En la sección de música encontrarás algunas canciones que le tocan a la madre Tierra y preocupaciones mundiales acerca de la manera cruel en como tratamos nuestro entorno. Disfruten la lectura y no olviden dejarnos sus comentarios acerca del impacto contaminante de nuestra era XD

jueves, 21 de enero de 2010

Nocturno de los Ángeles

angel gotico Pictures, Images and Photos

Xavier Villaurrutia

a Agustín J. Fink

Se diría que las calles fluyen dulcemente en la noche.
Las luces no son tan vivas que logren desvelar el secreto,
el secreto que los hombres que van y vienen conocen,
porque todos están en el secreto
y nada se ganaría con partido en mil pedazos
si, por el contrario, es tan dulce guardarlo
y compartirlo sólo son la persona elegida.

Si cada uno dijera en un momento dado,
en sólo una palabra, lo que piensa,
las cinco letras del DESEO formarían una cicatriz luminosa,
una constelación más antigua, más viva aún que las otras.
Y esa constelación sería como un ardiente sexo
en el profundo cuerpo de la noche,
o, mejor, como los Gemelos que por vez primera en la vida
se miraran de frente, a los ojos, y se abrazaran ya para siempre.

De pronto dl río de la calle se puebla de sedientos seres,
caminan, se detienen, prosiguen.

Cambian miradas, atreven sonrisas,
forman imprevistas parejas...

Hay recodos y bancos de sombra,
orillas de indefinibles formas profundas
y súbitos huecos de luz que ciega
y puertas que ceden a la presión más leve.

El río de la calle queda desierto un instante.
Luego parece remontar de sí mismo
deseoso de volver a empezar.
Queda un momento paralizado, mudo anhelante
como el corazón entre dos espasmos.

Pero una nueva pulsación, un nuevo latido
arroja al río de la calle nuevos sedientos seres.
Se cruzan, se entrecruzan y suben.
Vuelan a ras de tierra.
Nadan de pie, tan milagrosamente
que nadie se atrevería a decir que no caminan.

¡Son los ángeles!
Han bajado a la tierra
por invisibles escalas.
Vienen del mar, que es el espejo del cielo,
en barcos de humo y sombra,
a fundirse y confundirse con los mortales,
a rendir sus frentes en los muslos de las mujeres,
a dejar que otras manos palpen sus cuerpos febrilmente,
y que otros cuerpos busquen los suyos hasta encontrarlos
como se encuentran al cerrarse los labios de una misma boca,
a fatigar su boca tanto tiempo inactiva,
a poner en libertad sus lenguas de fuego,
a decir las canciones, los juramentos, las malas palabras
en que los hombres concentran el antiguo misterio
de la carne, la sangre y el deseo.

Tienen nombres supuestos, divinamente sencillos.
Se llaman Dick o John, o Marvin o Louis.
En nada sino la belleza se distinguen de los mortales.

Caminan, se detienen, prosiguen.
Cambian miradas, atreven sonrisas.
Forman imprevistas parejas.

Sonríen maliciosamente al subir en los ascensores de los hoteles
donde aún se practica vuelo lento y vertical.
En sus cuerpos desnudos hay huellas celestiales;
signos, estrellas y letras azules.
Se dejan caer en las camas, se hunden en las almohadas
que los hacen pensar todavía un momento en las nubes.
Pero cierran los ojos para entregarse mejor a los goces de su
encarnación misteriosa,
y, cuando duermen, sueñan no con los ángeles sino con los mortales.
Los Ángeles, California


Villaurrutia, Xavier. "Nocturno de los ángeles" en Nostalgia de la muerte. Fondo de Cultura Económica, 3ª edición, 3ª reimpresión, 2006. México, D. F. Págs. 61- 63

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